domingo, 7 de septiembre de 2014

El espectáculo no planeado

Era un día soleado y hacía calor. Diciembre estaba terminando y había que festejar ese año de libertad, de muchas cosas ganadas. Buscaron un lugar que estuviera en el sol, aunque uno de ellos insistía con la sombra pero los otros solo se rieron del extraño pedido. Los tres se sentaron en un banquito. El parque estaba lleno de gente pero se podía estar tranquilo. Ellos encontraron su modo de pasar la tarde calurosa: uno sacó un libro de 500 páginas y estaba inmerso en una realidad alternativa donde los dragones hablaban y héroes peleaban. Él sonreía al pasar las páginas y hacía comentarios de lo que le parecía que estaba bueno. Los otros lo miraron al principio de una manera extraña, pero les daba igual ya que llevaban con ellos su pasatiempo. El segundo, que se ubicaba al medio, sacó sus auriculares y casi instantáneamente cerró sus ojos y empezó a simular que tocaba la guitarra, a veces hasta tarareaba. El lector pareció ignorar cada canto desafinado y siguió con su aventura medieval. El tercero al ver esto hizo lo de siempre: sacó su celular y empezó a escribir. Los tres sonreían solos. Se podría decir que los más cultos eran el lector,por supuesto, y el músico. Un chico de ocho años estaba en un banco cercano comiendo su sándwich de milanesa. Le tiró algunos pedazos a las palomas y algunas volaron cerca de donde estaban el trío inseparable. Una de las palomas casi rozó al lector, pero este seguía feliz y no era por eso. El del celular se percató de esto y lanzó una sonrisa al chico. El guitarrista largó un solo mudo de ocho minutos. Sus dedos se movían y su cabeza también. Volvió a pasar lo de la paloma, quien voló aún más cerca e hizo un ruido raro. El pequeño largó su risa más fuerte. De pronto el que antes le había festejado su pequeño juego guardó su celular y se acercó al chico. Este asustado se fue alejando y pidió perdón. Sin embargo no estaba enojado. Se sentó a su lado y le dijo que vuelva a hacer lo de la paloma. Un pedazo calló en el suelo y las aves se revolotearon volando hacia los restantes, quienes seguían sin percatarse de la cómica situación. Hubo más gente que se rió, gente que estaba comiendo, gente que estaba con los celulares, gente que jugaba al truco y hasta algunos lectores que habían sumergido de nuevo gracias a la curiosidad. Todos se rieron y las personas se sumaban. En una, la paloma avanzó rápidamente y le sacó la gorra al ahora baterista, sin percatarse de esa pérdida. Diferentes tipos de risas se desataron y algunos empezaron a filmar. Tiempo después el atardecer llegó y el “espectáculo” había cesado. Las aves eran más gordas – o eso era lo que el joven afirmaba- y hubo que limpiar. El amigo faltante regresó a su lugar y les dijo que era un buen momento para irse. Los dos dijeron que se habían divertido aunque el último les dijo que no estuvo mal y que se rió bastante.
No entendían porque, pero le dieron el visto bueno y se fueron del parque.

-Che, estoy medio sordo, como que siento mi voz re alta.
-A mi me dan ganas de leerme el segundo libro, no sabes lo que fue. ¿Y vos?
-A mi… a mi me duele la mandíbula, así que después les digo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario